En los últimos años hemos vivido en un ritmo acelerado, el estrés ha sido nuestro compañero, estamos obsesionados con el dinero, el trabajo, la apariencia y la acumulación de cosas materiales.
Trabajamos demasiado, nos esforzamos demasiado y nos sentimos insatisfechos.
Hemos deseado una vida más sencilla y valiosa, llena de belleza, rebosante de bienestar cotidiano y construida con lo que realmente es importante para nosotres.
¿Cuales son las herramientas que nos pueden ayudar una nueva forma de afrontar los nuevos desafíos y vivir una vida más auténtica e inspirada?
Lo que necesitamos es una nueva forma de ver el mundo y el lugar que ocupamos en él; encontrar las herramientas para vivir de forma intencionada y consciente; y tener un marco de referencia para decidir lo que realmente importa; y así encontrar el modo que la vida no nos pase de largo.
Estamos siempre desperdiciando oportunidades para conectar, de experimentar momentos de serendipia, de apreciar la belleza para sentirnos inspirados.
Debemos de soltar los juicios de valor y la búsqueda de la perfección.
Debemos empezar de vernos unos a los otros y a nosotros mismos como los tesoros perfectamente imperfectos que somos.
La belleza aparece en medio de una conversación, un paseo, ya que todo esta conectado, todo está dentro de un espacio, lo interior y lo exterior, nuestro entorno y nuestra mente, en nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos y con la naturaleza.